sábado, 6 de junio de 2009

FRANCISCO IGARTUA – EDITORIAL – Un futuro muy incierto nos espera – Revista Oiga 20/02/1995

Antes de cualquier crítica o elogio a lo sucedido en Brasilia, hay que decir ¡bienvenida la paz! Siempre será mejor la paz que la guerra y todavía más cuando cada día hay ma­yor evidencia de que esta guerra ha sido un absurdo, iniciado en momento inoportuno, en lugar inapropiado y sin la unidad nacional indispensable pata arremeter contra el enemigo exterior. Porque no se discute quién pegó el primer tiro. Eso nadie lo sabe. Lo concreto es que los ecuatorianos estaban infiltra­dos en territorio que los peruanos con­sideramos propio, pero cuya vigilancia habíamos abandonado desde hace varios años cuando menos. ¿Quién; pues, arremetió contra el invasor y por qué ahora, en pleno proceso electoral? ¿Por qué unos tiros fronterizos -muy posible­mente ecuatorianos- se transformaron en movilización de guerra, en lugar de haber llevado el incidente a la mesa de los garantes, con lo que muy posible­mente el diferendo hubiera terminado de modo distinto al que ahora ha termi­nado: en desalojo de los peruanos de su propio territorio? Por lo menos, no hu­biéramos tenido que llorar a los muertos ni contemplar adolorados a los mutila­dos y a las viudas, a los huérfanos, a los horrores vividos por los soldados en el verde terrible de la jungla. También nos hubiéramos ahorrado las ocho naves aéreas derribadas por los ecuatorianos -contra ninguna de ellos- y los misiles, bombas y proyectiles arrojados en los interminables bosques de la Cordillera del Cóndor. No hubiéramos tenido que asumir los tremendos costos de la movi­lización de soldados y armamento -puesto al día según confesión del pro­pio presidente Fujimori-; costos que se quieren disimular afirmando, con gro­tesco lenguaje electoral, que la guerra nos ha costado poco más de 25 millo­nes de soles.

En este caso, quién sabe mejor que en ningún otro, habría cabido el viejo dicho aquel de que “lo que no ha de ser bien castigado, ha de ser bien callado”.
“Y el monte parió un ratón”, se dice, con reminiscencias bíblicas, cuando se quiere destacar alguna fanfarronada. Entre nosotros, en este país donde has­ta las enfermedades se acojudan, ha ocurrido al revés: un ratón nos ha meti­do en un mar de fango. Porque en eso ha concluido la conquista, jamás logra­da, de Tiwinsa. Estamos enfangados en unas negociaciones que comienzan po­niendo en entredicho la peruanidad de región donde nace el río Cenepa, o sea la vertiente oriental de la Cordillera del Cóndor, territorio reconocido como peruano en 1981 por la delegación mi­litar ecuatoriana presidida por el almi­rante Sorrosa, con comunicación a los garantes. Documento capital en el liti­gio, que el doctor Javier Pérez de Cuéllar hizo resaltar de inmediato, al iniciarse este conflicto, en carta entregada al embajador de Brasil en Lima. Pero do­cumento que el gobierno del presidente Fujimori no ha querido esgrimir, para no dar mérito a sus predecesores -en este caso al presidente Belaúnde-, por­que para Fujimori la República nace con él y con el golpe militar del 5 de abril de 1992. Por algo dijo ese año, en su mensaje a la Nación, que su presencia en Ecuador, y sus gestiones con la presi­dencia ecuatoriana tenían mayor signi­ficación que el Protocolo de Río y la guerra del 41.

Hoy estamos cosechando los resul­tados de esa política exterior aventure­ra, chicha, sin respeto por las tradicio­nes y sin conocimiento de nuestra histo­ria. Gracias a esa política llamada ‘prag­mática’, pero que ha resultado siendo pura y vana improvisación personal, estamos ahora metidos en un pantano, en negociaciones en las que el principal garante, Estados Unidos, parece haber cambiado de opinión, pues el embajador Alexander Watson acaba de declarar, en el Departamento de Estado, ofi­cialmente, que el fallo de Díaz de Aguiar fueron ‘opiniones de un cartógrafo bra­sileño’ y que esas ‘opiniones’ en 1945 fueron superadas el 47 por los trabajos norteamericanos de fotometría aérea, que ‘descubrieron el río Cenepa, ‘por nadie conocido antes’, abriéndose así nuevos planteamientos. En otras palabras, como ha quedado estampado en la declaratoria de paz de Brasilia, la región peruana del nacimiento del río Cenepa es ahora territorio en litigio, tierra de nadie. Los acuerdos firmados en 1981 se los ha llevado el viento!

Estos son los hechos. Hechos que la gran prensa no publica ni comenta, ayudando al gobierno a tener engañado al pueblo, haciendo del fracaso de Tiwinsa una victoria y del ‘conductor de la guerra un ‘héroe’, y prestándose, sin querer queriendo, a la campaña electoral del ‘héroe’ derrotado en el campo militar, en el terreno diplomático en la guerra de la información.

Sin embargo, pese a las primeras páginas, con la foto de Fujimori victo­rioso y sonriente, en hombros de la tropa, la verdad se va abriendo paso en los comentarios de los columnistas, en el filo del lápiz de los caricaturistas y en algunos cables perdidos en las páginas interiores de los periódicos. (De la televisión no hablo para no emplear los robustos adjetivos de Cervantes, que, para algunos, sonarán a lisuras). La verdad se va abriendo paso y se va comprobando que Mario y Álvaro Vargas Liosa no estaban equivocados al apuntar donde apuntaban en sus co­mentarios. Cada día se hace más evi­dente lo repiten ya todos los colum­nistas de nota en la prensa peruana que el presidente Fujimori ha estado usando la guerra y a los muertos de la guerra, a los verdaderos héroes, como instrumentos de su campaña electoral, Y tamaña monstruosidad, de la que se ha hecho cómplice la mayoría de los medios de expresión, tiene nombre que prefiero callar. Como prefiero poner punto final a esta nota y así no tener que referirme a la autocensura de esos me­dios y a los consecuentes negocios que esos medios han convenido con el go­bierno.

El futuro del Perú se hace demasiado incierto, porque tanta, tan sucia y co­barde inmoralidad no puede hacerse eterna.

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