miércoles, 12 de agosto de 2009

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL - DE CÓMO SER PREMIADO POR VIOLAR CONSTITUCIONES - Revista Oiga

CASI al pie de la letra ha repetido el señor Serrano en Guatemala la receta que, "para perfeccionar la democracia", elaboró la OEA en el Perú, con ocasión del golpe militar que enarboló las banderas de Fujimori. Los militares de América Latina han visto confirmada así la nueva fórmula para violar constituciones impunemente: gracias al hilo invisible patentado por Gros, Baena y Einaudi se puede coser el himen después de cada violación y la sociedad americana aparentará no darse cuenta de lo sucedido. De este modo, tan nefando delito contra la democracia y el civismo no sólo queda libre de sanción sino que los violadores son premiados con la confirmación en el poder. Tremenda aberración ética que no hallará disculpa en nadie con un mínimo de reserva moral y que tenga algún respeto por la educación cívica del pueblo.

El redondo y orondo uruguayo Gros Espiell y el gris e hipócrita brasileño Baena, orquestados por el cardenalicio norteamericano Luigi Einaudi, se creyeron descubridores de una moderna piedra filosofal destinada a transformar la mentira en verdad, cuando no han hecho otra cosa que hacemos volver al pasado, a la barbarie de los tiempos en que los príncipes asesinaban a sus hermanos o a sus padres y se hacían reyes y la plebe los aplaudía y los nobles se arrodillaban a sus pies. A la época en que todo estaba permitido y perdonado, hasta los crímenes más inauditos, si se llegaba al trono. Época en que Macbeth y Lear viven sus tragedias. La primera sórdida y de sensualidad bestial, la otra aterradora por su dimensión planetaria. Las dos eternizadas por el genio literario de Shakespeare, en cuanto pasiones y caídas del hombre, siempre iguales en todos los tiempos, pero tragedias del pasado si las vemos como realidades sociales superadas por las monarquías de los de las primeras naciones y más tarde por los Estados Generales, por las monarquías constitucionales y las repúblicas de nuestros días. La OEA nos ha devuelto al ayer, haciéndoles creer a muchos que nos abría las ventanas del mañana. Y nuestro ayer más cercano es el autoritarismo presidencial de los Leguía, los Gómez y los Ubico. A ese ayer nos han empujado Gros, Baena y Einaudi. Buscó la OEA salir del apuro peruano del 5 de abril del 92 con una componenda a favor del que creyó más poderoso en la contienda igual que en los viejos tiempos de los reyes asesinos y desdeñó guiarse por el respeto a las normas éticas, al ordenamiento jurídico, a la constitucionalidad democrática. Se negó a cumplir sus obligaciones con la democracia y nos dejó en manos de una nueva Patria Nueva. La OEA, orientada por Einaudi, trató al Perú y, de paso, a todas las naciones al sur del Río Grande, como a republiquetas sin capacidad para vivir una verdadera democracia, indignas de un destino mayor.

Hoy, el reprimido autoritarismo guatemalteco se ha aprovechado de la receta de la OEA y se alista para usarla a fondo. Mientras que aquí, de primer momento, sin reflexionar, Fujimori apuró una de sus torcidas sonrisas y, satisfecho, celebró la copia guatemalteca de su modelo; para más tarde enfriar su entusiasmo, al advertir que hay precipitaciones que descubren el sucio interior de la mente. Pero esa mueca cachacienta quedó grabada en videos y servirá para avergonzar a algún miembro con dignidad de esa inútil asamblea, la OEA, reanimadora del Frankenstein autoritario en América Latina.

¿Ha servido para algo, aparte de platilla para otros golpes, el modelo Fujimori? ¿Ha "perfeccionado la democracia" como insinuaba la OEA o, más bien, ha servido para perfeccionar, con un civil en la proa, la dictadura, el despotismo, el autoritarismo militar?

Por lo pronto es mentira que los éxitos en la lucha antiterrorista se hayan iniciado después del 5 de abril de 1992. El debilitamiento de Sendero comienza con la desacralización universal de las ideas marxistas, con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de esas ideas en las universidades peruanas, que era la cantera de nuevos mandos, tanto para Sendero como para el MRTA. También se inició el declive terrorista con la acción militar y de inteligencia alentada por el en ese entonces presidente Fujimori y, sobre todo, con la captura de Abimael Guzmán y la cúpula senderista; un operativo montado por el general Ketin Vidal mucho antes de ese 5 de abril. Esta es la verdad y no la propaganda montada todos los días en la televisión para endiosar a los señores Fujimori y Nicola di Bari.
Y aquí paran los méritos del régimen fujimorista. Un mérito grande, muy grande, sin duda, pero no suficiente para justificar sus arbitrariedades y abusos, sus latrocinios y malversaciones. Su ánimo dictatorial y su talante de agresión permanente.

Su política económica, bien orientada en términos generales según repiten los técnicos, pero ajena a las complejas realidades del país, está arruinando empresas y transformando a los peruanos en pordioseros muertos de hambre.

Se gobierna a espaldas de la ciudadanía, entre sombras, sin Consejo de Ministros y con acuerdos secretos que van apareciendo como hongos, de sorpresa en sorpresa: la liquidación del Banco de la Nación, escondida en una eufemística reestructuración, para volver al pasado, a los tiempos de la Caja de Depósitos y Consignaciones; impuesto del 2% a los activos, tributo confiscatorio que la violada Constitución y el buen sentido prohíben -el fujimorismo olvida que la gallina de los huevos de oro no es para comer-; pagos y pagos a escondidas de cuentas que no se explican...

La Blooming, una turbia agencia privada en Hong Kong, vende, sigue vendiendo la nacionalidad peruana en condiciones pactadas a oscuras en Palacio. Los fondos del Fonavi -más de 300 millones de dólares- son malversados alegremente por el propio Fujimori, lo mismo que los ingresos de las privatizaciones y la venta de pasaportes en el Asia. Y nadie explica nada.

Con cinismo repugnante, el gobierno y sus lacayos se amparan, cada vez que les es provechoso, en la Constitución, en la misma Carta Magna que groseramente violaron con tanques y metralletas. Y cada vez que les conviene la vuelven a violar. Les sobra el hilo invisible para coser hímenes que les obsequió la OEA. Ellos, los golpistas del 5 de abril, llaman golpistas despectivamente al general Salinas Sedó y a los militares que lo siguieron en el intento de restaurar la Constitución violada. ¡El orden puesto al revés!

Esa pobre Constitución, estropajo de lupanar para Fujimori, es usada como paño de lágrimas por la minoría en el CCD, una minoría que declara solemnemente la inutilidad de esa asamblea, calificándola de farsa, y sigue atornillada en el hemiciclo, ayudando a zurcir un orden constitucional hechizo, tela de araña que borrará cualquier viento.

¡Pobre Perú, convertido en pordiosero, en tropel de muertos de hambre! Condenado a volver al pasado, algunas veces a un pasado ajeno. Como las intendencias departamentales, creadas bajo molde pinochetista, sin tener noticia de los intendentes de Luis XIV de Francia, monarca absoluto por antonomasia. Intendentes que fueron predecesores de los prefectos napoleónicos que acabamos de licenciar. ¡Siempre como el cangrejo, revolviéndonos hacia atrás!

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